El 01 de agosto se conmemora la "creación del Ejército de los Andes": la fuerza libertadora que cruzó la Cordillera para independizar América del Sur.
Origen y propósito
El Ejército de los Andes fue un cuerpo militar creado en 1816 bajo las Provincias Unidas del Río de la Plata, integrado por tropas argentinas y chilenas exiliadas en Mendoza. Su líder, el general José de San Martín, lo organizó con un triple objetivo:
1. Consolidar la independencia de las Provincias Unidas.
2. Liberar a Chile del dominio español (tras la derrota independentista en Rancagua, 1814).
3. Avanzar hacia el Virreinato del Perú, centro del poder realista en Sudamérica.
Creación oficial y liderazgo
El 1º de agosto de 1816, el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón formalizó su nombre mediante decreto: «Ejército de los Andes», nombrando a San Martín como General en Jefe. Este acto reflejaba la estrategia continental de San Martín, respaldada por el gobierno de Buenos Aires.
El Cruce de los Andes: una hazaña histórica
La gesta más emblemática del Ejército fue el Cruce de la Cordillera de los Andes (enero de 1817), considerada una proeza militar y logística:
- Rutas: Se dividió en seis columnas, siendo las principales las de Los Patos (al mando de San Martín) y Uspallata (dirigida por Las Heras).
- Fuerza: Unos 5,400 hombres (incluyendo infantería, caballería y artillería), junto a 1,600 milicianos auxiliares y 10,000 mulas para transporte.
- Objetivo: Sorprender a las tropas realistas en Chile, lo que culminó en la Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817), clave para la liberación chilena.
Legado y trascendencia
- Victoria decisiva: Tras el cruce, el Ejército aseguró la independencia de Chile (proclamada en 1818) y sentó las bases para la expedición al Perú (1820).
- Simbolismo: Representó la unión de pueblos americanos (argentinos, chilenos y libertos esclavizados) bajo una causa común.
- Reconocimiento: La UNESCO declaró el Camino del Ejército de los Andes como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2019.
Lema: «Seamos libres, lo demás no importa nada»* (San Martín).
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